Explicación, estudio y comentario bíblico de Jueces 21:13-25 verso por verso
Entonces toda la asamblea envió un mensaje a los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimón y les proclamaron la paz.
En aquel tiempo volvieron los de Benjamín, y les dieron por mujeres a las que habían conservado vivas de las mujeres de Jabes, en Galaad. Pero estas no fueron suficientes para ellos.
El pueblo se lamentaba por causa de Benjamín, porque el SEÑOR había abierto una brecha en las tribus de Israel.
Entonces los ancianos de la asamblea dijeron: — ¿Qué haremos en cuanto a conseguir mujeres para los que han quedado? Porque las mujeres de Benjamín han sido exterminadas.
— Y dijeron — : Lo que era de Benjamín sea herencia de sus sobrevivientes, para que no sea exterminada una tribu de Israel.
Pero nosotros no les podemos dar mujeres de nuestras hijas. Porque los hijos de Israel habían jurado diciendo: “¡Maldito el que dé mujer a los de Benjamín!”.
Y dijeron: — He aquí que cada año hay fiesta del SEÑOR en Silo. Silo está al norte de Betel, al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem y al sur de Lebona.
Y mandaron a los hijos de Benjamín, diciendo: — Vayan y pongan emboscada en las viñas.
Miren; y he aquí que cuando las jóvenes de Silo salgan a bailar en círculos, ustedes saldrán de las viñas y arrebatarán cada uno una mujer para sí de las jóvenes de Silo, y se irán a la tierra de Benjamín.
Y sucederá que cuando sus padres o sus hermanos vengan a pleito ante nosotros, les diremos: “Hágannos el favor de concedérnoslas, porque nosotros no conseguimos en la guerra mujeres para todos ellos. Además, ustedes no son culpables, porque no se las han dado”.
Los hijos de Benjamín lo hicieron así y tomaron mujeres, una cada uno, raptándolas de entre las que danzaban. Después se fueron, volvieron a sus heredades, reedificaron las ciudades y habitaron en ellas.
También los hijos de Israel partieron de allí, cada uno a su tribu o clan y se fueron de allí, cada uno a su heredad.
En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.