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“¡Despierta, despierta, oh Débora! ¡Despierta, despierta! ¡Entona un cántico! ¡Levántate, oh Barac! ¡Lleva tus cautivos, oh hijo de Abinoam!
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Entonces descendió el remanente de los poderosos, y el pueblo del SEÑOR vino a mí con los valientes.
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“De Efraín vinieron algunos cuyas raíces estaban en Amalec; detrás viniste tú, oh Benjamín, con tu pueblo; de Maquir descendieron los jefes; de Zabulón vinieron los que llevan la vara de mando.
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Los jefes de Isacar fueron con Débora. Así como Barac, también fue Isacar. Fue traído tras él en el valle. “En las divisiones de Rubén hubo grandes deliberaciones del corazón.
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¿Por qué te recostaste entre las alforjas para escuchar los balidos de los rebaños? ¡En las divisiones de Rubén hubo grandes deliberaciones del corazón!
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“Galaad se quedó al otro lado del Jordán. Y Dan, ¿por qué se quedó junto a los navíos? También Aser se mantuvo en la costa del mar, y se quedó habitando en sus bahías.
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“Zabulón es el pueblo que expuso su vida hasta la muerte; Neftalí también, en las alturas del campo.
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“Vinieron los reyes y combatieron; entonces combatieron los reyes de Canaán en Taanac, junto a las aguas de Meguido, ¡pero no se llevaron botín de plata!
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“Desde los cielos combatieron las estrellas; desde sus órbitas combatieron contra Sísara.
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El torrente de Quisón los arrastró, el antiguo torrente, el torrente de Quisón. ¡Marcha, oh alma mía, con poder!
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Entonces resonaron los cascos de los caballos, por el continuo galope de sus corceles.
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“‘¡Maldigan a Meroz!’, dijo el ángel del SEÑOR. ‘Maldigan severamente a sus moradores porque no vinieron en ayuda del SEÑOR, en ayuda del SEÑOR con los valientes’.