Explicación, estudio y comentario bíblico de Jueces 7:9-23 verso por verso
Aconteció que aquella noche el SEÑOR le dijo: — Levántate y desciende contra el campamento, porque yo lo he entregado en tu mano.
Y si tienes miedo de descender, desciende al campamento tú con tu criado Fura,
y oirás lo que conversan. Luego tus manos se fortalecerán, y descenderás contra el campamento. Entonces descendió él con su criado Fura hasta uno de los puestos avanzados de la gente armada del campamento.
Los madianitas, los amalequitas y todos los hijos del oriente se extendían por el valle, numerosos como langostas. Sus camellos eran incontables, numerosos como la arena que está a la orilla del mar.
Y cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando un sueño a su compañero y decía: — He aquí, he tenido un sueño. Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó hasta la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó. Le dio la vuelta de arriba abajo y la tienda cayó.
Su compañero respondió y dijo: — ¡Esto no es otra cosa que la espada de Gedeón hijo de Joás, hombre de Israel! ¡Dios ha entregado en su mano a los madianitas con todo el campamento!
Y aconteció que cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró. Después volvió al campamento de Israel y dijo: — ¡Levántate, porque el SEÑOR ha entregado el campamento de Madián en tu mano!
Gedeón dividió los trescientos hombres en tres escuadrones, puso en la mano de todos ellos cornetas y cántaros vacíos con teas encendidas dentro de los cántaros,
y les dijo: — Mírenme a mí y hagan lo que yo haga. Y he aquí que cuando yo llegue a las afueras del campamento, lo que yo haga, háganlo también ustedes.
Cuando yo toque la corneta con todos los que están conmigo, ustedes que estarán alrededor de todo el campamento también tocarán las cornetas y gritarán: “¡Por el SEÑOR y por Gedeón!”.
Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo a las afueras del campamento, a media noche, cuando acababan de relevar los guardias. Entonces tocaron las cornetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos.
Los tres escuadrones tocaron las cornetas, y quebrando los cántaros tomaron las teas con su mano izquierda mientras que con la derecha tocaban las cornetas y gritaban: — ¡La espada por el SEÑOR y por Gedeón!
Cada uno permaneció en su lugar alrededor del campamento. Pero todo el ejército echó a correr gritando y huyendo.
Mientras los trescientos hombres tocaban las cornetas, el SEÑOR puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. El ejército huyó hasta Bet-sita, hacia Zereda, y hasta el límite de Abel-mejola junto a Tabat.
Y una vez convocados, los israelitas de Neftalí, de Aser y de todo Manasés persiguieron a los madianitas.