Explicación, estudio y comentario bíblico de Jueces 9:18-57 verso por verso
pero ustedes se han levantado hoy contra la casa de mi padre, han matado a sus hijos, a setenta hombres sobre una misma piedra, y han puesto por rey sobre los señores de Siquem a Abimelec, el hijo de su criada, porque él es su hermano);
si pues de buena fe y con integridad han procedido hoy con Jerobaal y con su casa, entonces gocen de Abimelec y que él también goce de ustedes.
Y si no, ¡que salga fuego de Abimelec, y consuma a los señores de Siquem y a Bet-milo! ¡Y que salga fuego de los señores de Siquem y de Bet-milo, y consuma a Abimelec!
Jotam huyó, se fugó y se fue a Beer, donde vivió por causa de su hermano Abimelec.
Después que Abimelec había gobernado a Israel tres años,
Dios envió un mal espíritu entre Abimelec y los señores de Siquem. Y los señores de Siquem traicionaron a Abimelec,
de modo que el crimen cometido contra los setenta hijos de Jerobaal, es decir, su sangre, recayera sobre su hermano Abimelec que los mató, y sobre los señores de Siquem que fortalecieron sus manos para que él matara a sus hermanos.
Los señores de Siquem pusieron contra él, en las cumbres de los montes, hombres al acecho, los cuales despojaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino. Y le fue dado informe de ello a Abimelec.
También Gaal hijo de Ebed fue con sus hermanos y se pasaron a Siquem; y los señores de Siquem pusieron su confianza en él.
Y salieron al campo, vendimiaron sus viñas, pisaron la uva e hicieron una fiesta. Luego entraron en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.
Gaal hijo de Ebed dijo: — ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem para que nosotros le sirvamos? ¿No deberían el hijo de Jerobaal y Zebul, su oficial, servir a los hombres de Hamor, padre de Siquem?. ¿Por qué, pues, hemos de servirle nosotros a él?
¡Quién pusiera este pueblo bajo mi mano! ¡Yo echaría a Abimelec! Le diría a Abimelec: “¡Aumenta tu ejército y sal!”.
Cuando Zebul, alcalde de la ciudad, oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió en ira
y envió astutamente mensajeros a Abimelec para decirle: “He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y están sublevando la ciudad contra ti.
Por tanto, vete de noche, tú y la gente que está contigo, y pon emboscadas en el campo.
Por la mañana, al salir el sol, levántate y ataca la ciudad. Y he aquí que cuando él y la gente que está con él salgan contra ti, tú harás con él según se te ofrezca”.
Abimelec y toda la gente que estaba con él se levantaron de noche y pusieron una emboscada contra Siquem con cuatro escuadrones.
Gaal hijo de Ebed salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad. Entonces Abimelec y toda la gente que estaba con él salieron de la emboscada.
Al ver Gaal a la gente, dijo a Zebul: — ¡He allí gente que desciende de las cumbres de las montañas! Y Zebul le respondió: — Tú ves la sombra de las montañas, como si fueran hombres.
Pero Gaal volvió a hablar diciendo: — He allí gente que desciende por Tabur-haárets y un escuadrón que viene por el camino de la encina de los Adivinos.
Entonces Zebul le respondió: — ¿Dónde está, pues, aquel hablar tuyo, cuando decías: “¿Quién es Abimelec, para que le sirvamos?”. ¿No es esa la gente que tenías en poco? ¡Sal, pues, ahora y lucha contra él!
Gaal salió al frente de los señores de Siquem y luchó contra Abimelec.
Pero Abimelec lo persiguió y Gaal huyó de delante de él. Y muchos cayeron muertos, hasta la entrada de la puerta.
Entonces Abimelec se quedó en Aruma, y Zebul echó fuera a Gaal y a sus hermanos, para que no habitaran en Siquem.
Aconteció que al día siguiente el pueblo salió al campo y le informaron a Abimelec.
Él tomó a la gente, la repartió en tres escuadrones y puso emboscadas en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, se levantó contra ellos y los atacó.
Abimelec y el escuadrón que iba con él acometieron con ímpetu y tomaron posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad. Los otros dos escuadrones acometieron contra todos los que estaban en el campo y los mataron.
Abimelec combatió contra la ciudad todo aquel día, tomó la ciudad y mató a la gente que estaba en ella. También demolió la ciudad y la sembró de sal.
Cuando oyeron esto todos los señores que estaban en la torre de Siquem, entraron en la fortaleza del templo del dios Berit.
E informaron a Abimelec que todos los señores de la torre de Siquem estaban reunidos.
Entonces subió Abimelec al monte Salmón, él con toda la gente que estaba con él. Abimelec tomó en su mano un hacha y cortó una rama de los árboles; la levantó, la puso sobre su hombro y dijo a la gente que estaba con él: — ¡Lo que me han visto hacer, háganlo rápidamente ustedes de la misma manera!
Así que toda la gente cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec. Las pusieron junto a la fortaleza y con ellas prendieron fuego a la fortaleza, de modo que también murieron todos los que estaban en la torre de Siquem, como unos mil hombres y mujeres.
Después Abimelec fue a Tebes. Luego acampó contra Tebes y la tomó.
En medio de aquella ciudad había una torre fortificada en la cual se refugiaron todos los hombres y las mujeres, con todos los señores de la ciudad. Cerraron tras sí las puertas, y subieron a la azotea de la torre.
Abimelec fue a la torre, la atacó y se acercó a la puerta de la torre para prenderle fuego.
Pero una mujer dejó caer una piedra de molino sobre la cabeza de Abimelec y le destrozó el cráneo.
Entonces él llamó apresuradamente al joven, su escudero, y le dijo: — Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “Una mujer lo mató”. Su escudero lo atravesó, y él murió.
Y cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, se fue cada uno a su lugar.
Así Dios devolvió a Abimelec el mal que él había hecho contra su padre, cuando mató a sus setenta hermanos.
Dios hizo que toda la maldad de los hombres de Siquem volviera sobre sus cabezas. Y cayó sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.