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Su mano extendió el adversario a todas sus cosas preciosas, cuando ella vio entrar en su santuario a las gentes, de quienes mandaste que no entraran en tu congregación.
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Todo su pueblo busca el pan suspirando. Dieron todas sus cosas preciosas por la comida para recobrar la vida. “¡Mira, oh SEÑOR, y ve que he sido despreciada!
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