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Se hundieron sus puertas en la tierra; él destruyó y rompió sus cerrojos. Su rey y sus príncipes están entre las naciones. ¡Ya no hay ley!Tampoco sus profetas han encontrado visión de parte del SEÑOR.
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Se sentaron en tierra y quedaron en silencio los ancianos de la hija de Sion. Echaron polvo sobre su cabeza, y se vistieron de cilicio. Bajaron su cabeza a tierra las vírgenes de Jerusalén.
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Se agotan mis ojos a causa de las lágrimas; mis entrañas hierven.Mi corazón se derrama por tierra a causa de la ruina de la hija de mi pueblo, mientras el niño pequeño y el que mama desfallecen en las calles de la ciudad.
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