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El aplastar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,
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el apartar el derecho del hombre ante la misma presencia del Altísimo,
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el pervertir la causa del hombre, el Señor no lo aprueba.
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¿Quién será aquel que diga algo y eso ocurra, sin que el Señor lo haya mandado?
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¿Acaso de la boca del Altísimo no salen los males y el bien?
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