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Ha bloqueado mis caminos con piedras labradas; ha torcido mis senderos.
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Como un oso que acecha fue para mí, como un león en escondrijos.
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Mis caminos torció, me rompió en pedazos y me dejó desolado.
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Entesó su arco y me puso como blanco de la flecha.
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Hizo penetrar en mis entrañas las flechas de su aljaba.
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Fui objeto de burla para todo mi pueblo; todo el día he sido su canción.
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Me llenó de amarguras y me empapó con ajenjo.
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Quebró mis dientes con cascajo; me pisoteó en la ceniza.
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Ha sido privada mi alma de la paz; me he olvidado de la felicidad.
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Pensé: “Ha perecido mi fortaleza y mi esperanza en el SEÑOR”.
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Acuérdate de mi aflicción y de mi desamparo, del ajenjo y de la amargura.
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Lo recordará, ciertamente, mi alma y será abatida dentro de mí.
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