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Los príncipes fueron colgados de sus manos; no fue respetada la persona de los ancianos.
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Los jóvenes cargaron piedras de molino; los muchachos desfallecieron bajo la carga de la leña.
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Los ancianos han dejado de acudir a las puertas de la ciudad; los jóvenes han dejado sus canciones.
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Ha cesado el regocijo de nuestro corazón; nuestra danza se ha convertido en duelo.
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Cayó la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, porque hemos pecado!
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