Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 1:36-56 verso por verso
He aquí, también tu parienta Elisabet ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes para ella que era llamada estéril.
Porque ninguna cosa será imposible para Dios.
Entonces María dijo: — He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de ella.
En esos días se levantó María y fue de prisa a una ciudad en la región montañosa de Judá.
Entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet.
Aconteció que, cuando Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,
y exclamó a gran voz y dijo: — ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿De dónde se me concede esto, que la madre de mi Señor venga a mí?
Porque he aquí, cuando llegó a mis oídos la voz de tu saludo, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le ha sido dicho de parte del Señor.
Y María dijo: — Engrandece mi alma al Señor;
y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador,
porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho grandes cosas conmigo. Su nombre es santo,
y su misericordia es de generación en generación, para con los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes.
A los hambrientos sació de bienes y a los ricos los despidió vacíos.
Ayudó a Israel, su siervo, para acordarse de la misericordia,
tal como habló a nuestros padres; a Abraham y a su descendencia para siempre.
Y María se quedó con ella como tres meses, y regresó a su casa.