Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 13:7-42 verso por verso
Entonces le dijo al viñador: ‘He aquí, ya son tres años que vengo buscando fruto en esta higuera y no lo hallo. Por tanto, córtala. ¿Por qué ha de inutilizar también la tierra?’.
Entonces él le respondió diciendo: ‘Señor, déjala aún este año hasta que yo cave alrededor de ella y la abone.
Si da fruto en el futuro, bien; y si no, la cortarás’ ”.
Jesús enseñaba en una de las sinagogas en el sábado.
Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años andaba encorvada y de ninguna manera se podía enderezar.
Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: — Mujer, quedas libre de tu enfermedad.
Puso las manos sobre ella, y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.
Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiera sanado en sábado, decía a la gente: — Seis días hay en la semana en los cuales se debe trabajar. Vengan, pues, en estos días y sean sanados, y no en el día de sábado.
Entonces el Señor le respondió diciendo: — ¡Hipócrita! ¿No desata cada uno de ustedes en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber?
Y esta, siendo hija de Abraham, a quien Satanás ha tenido atada por dieciocho años, ¿no debía ser librada de esta atadura en el día de sábado?
Cuando él decía estas cosas, todos sus adversarios se avergonzaban. Y todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas que él hacía.
Por lo tanto, él decía: — ¿A qué es semejante el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció y se convirtió en un árbol, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas.
Otra vez dijo: — ¿A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en una gran cantidad de harina hasta que todo quedó leudado.
Jesús pasaba por las ciudades y aldeas enseñando y caminando hacia Jerusalén.
Entonces alguien le dijo: — Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
— Esfuércense a entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos procurarán entrar y no podrán.
Después que el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, afuera, comenzarán a llamar a la puerta diciendo: “¡Señor, ábrenos!”. Pero respondiendo él les dirá: “No les conozco de dónde son”.
Entonces comenzarán a decir: “Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”.
Pero les hablará diciendo: “No les conozco de dónde son. ¡Apártense de mí todos los que hacen iniquidad!”.
Allí habrá llanto y crujir de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a ustedes echados fuera.
Vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur; y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
He aquí, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.
En la misma hora llegaron ciertos fariseos y le dijeron: — Sal y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
Él les dijo: — Vayan y díganle a ese zorro: “He aquí echo fuera demonios y realizo sanidades hoy y mañana, y al tercer día termino”.
Sin embargo, es necesario que yo siga mi camino hoy, mañana y pasado mañana porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
»¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, así como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!
He aquí la casa de ustedes es dejada desierta. Les digo que no me verán más hasta que venga el día cuando digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”.