Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 20:19-38 verso por verso
En aquella hora los principales sacerdotes y los escribas procuraban echarle mano porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.
Entonces, acechándole, enviaron espías que simularan ser justos a fin de sorprenderlo en sus palabras, y así entregarlo al poder y autoridad del procurador.
Estos le preguntaron diciendo: — Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no haces distinción entre personas sino que enseñas el camino de Dios con verdad.
¿Nos es lícito dar tributo al César o no?
Pero él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo:
— Muéstrenme una moneda romana. ¿De quién es la imagen y la inscripción que tiene? Y ellos dijeron: — Del César.
Entonces les dijo: — Pues den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Y no pudieron sorprenderlo en ninguna palabra delante del pueblo. Más bien callaron maravillados de su respuesta.
Se acercaron algunos de los saduceos, que niegan que haya resurrección, y le preguntaron
diciendo: — Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere dejando mujer, y él no deja hijos, su hermano tome la mujer y levante descendencia a su hermano.
Había, pues, siete hermanos. El primero tomó mujer, y murió sin dejar hijos.
También el segundo.
Y la tomó el tercero, y de la misma manera también todos los siete, y murieron sin tener hijos.
Por último, murió también la mujer.
En la resurrección, puesto que los siete la tuvieron por mujer, ¿de cuál de ellos será mujer?
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: — Los hijos de este mundo se casan y se dan en casamiento.
Pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel mundo venidero y la resurrección de los muertos no se casan ni se dan en casamiento.
Porque ya no pueden morir pues son como los ángeles, y son también hijos de Dios siendo hijos de la resurrección.
Y con respecto a que los muertos han de resucitar, también Moisés lo mostró en el relato de la zarza cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
Pues Dios no es Dios de muertos sino de vivos; porque para él todos viven.