Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 22:21-42 verso por verso
»No obstante, he aquí la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
A la verdad, el Hijo del Hombre va según lo que está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre sí cuál de ellos sería el que habría de hacer esto.
Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos parecía ser el más importante.
Entonces él les dijo: — Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores.
Pero entre ustedes no será así. Más bien, el que entre ustedes sea el importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve.
Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.
»Y ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas.
Yo, pues, dispongo para ustedes un reino, como mi Padre lo dispuso para mí,
para que coman y beban en mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
»Simón, Simón, he aquí Satanás me ha pedido para zarandearte como a trigo.
Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
Él le dijo: — Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.
Pero él dijo: — Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tú hayas negado tres veces que me conoces.
Y les dijo a ellos: — Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo? Ellos dijeron: — Nada.
Entonces les dijo: — Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una.
Porque les digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí tiene cumplimiento.
Entonces ellos dijeron: — Señor, he aquí dos espadas. Y él dijo: — Basta.
Después de salir, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también lo siguieron.
Cuando llegó al lugar, les dijo: — Oren que no entren en tentación.
Y él se apartó de ellos a una distancia considerable y, puesto de rodillas, oraba
diciendo: — Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya.