Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 22:34-61 verso por verso
Pero él dijo: — Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tú hayas negado tres veces que me conoces.
Y les dijo a ellos: — Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo? Ellos dijeron: — Nada.
Entonces les dijo: — Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una.
Porque les digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí tiene cumplimiento.
Entonces ellos dijeron: — Señor, he aquí dos espadas. Y él dijo: — Basta.
Después de salir, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también lo siguieron.
Cuando llegó al lugar, les dijo: — Oren que no entren en tentación.
Y él se apartó de ellos a una distancia considerable y, puesto de rodillas, oraba
diciendo: — Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
[Entonces le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra].
Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza.
Y les dijo: — ¿Por qué duermen? Levántense y oren para que no entren en tentación.
Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle.
Entonces Jesús le dijo: — Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Al ver los que estaban con él lo que había de ocurrir, le dijeron: — Señor, ¿heriremos a espada?
Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: — ¡Basta de esto! Y tocando su oreja, lo sanó.
Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los magistrados del templo y a los ancianos que habían venido contra él: — ¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos?
Habiendo estado con ustedes cada día en el templo, no extendieron la mano contra mí. Pero esta es la hora de ustedes y la del poder de las tinieblas.
Lo prendieron, lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro lo seguía de lejos.
Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro también se sentó entre ellos.
Entonces una criada, al verlo sentado junto a la lumbre, lo miró fijamente y dijo: — ¡Este estaba con él!
Pero él negó diciendo: — Mujer, no lo conozco.
Un poco después, al verlo otro, le dijo: — ¡Tú también eres de ellos! Y Pedro dijo: — Hombre, no lo soy.
Como una hora después, otro insistía diciendo: — Verdaderamente, también este estaba con él porque es galileo.
Y Pedro dijo: — ¡Hombre, no sé lo que dices! Y de inmediato, estando él aún hablando, el gallo cantó.
Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces”.