Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 22:47-71 verso por verso
Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle.
Entonces Jesús le dijo: — Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Al ver los que estaban con él lo que había de ocurrir, le dijeron: — Señor, ¿heriremos a espada?
Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: — ¡Basta de esto! Y tocando su oreja, lo sanó.
Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los magistrados del templo y a los ancianos que habían venido contra él: — ¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos?
Habiendo estado con ustedes cada día en el templo, no extendieron la mano contra mí. Pero esta es la hora de ustedes y la del poder de las tinieblas.
Lo prendieron, lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Y Pedro lo seguía de lejos.
Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro también se sentó entre ellos.
Entonces una criada, al verlo sentado junto a la lumbre, lo miró fijamente y dijo: — ¡Este estaba con él!
Pero él negó diciendo: — Mujer, no lo conozco.
Un poco después, al verlo otro, le dijo: — ¡Tú también eres de ellos! Y Pedro dijo: — Hombre, no lo soy.
Como una hora después, otro insistía diciendo: — Verdaderamente, también este estaba con él porque es galileo.
Y Pedro dijo: — ¡Hombre, no sé lo que dices! Y de inmediato, estando él aún hablando, el gallo cantó.
Entonces el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: “Antes que el gallo cante hoy, me negarás tres veces”.
Y saliendo fuera, Pedro lloró amargamente.
Los hombres que tenían bajo custodia a Jesús se burlaban de él y lo golpeaban.
Y cubriéndole le preguntaban diciendo: — ¡Profetiza! ¿Quién es el que te golpeó?
Y le decían otras muchas cosas injuriándole.
Cuando amaneció, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y lo llevaron al Sanedrín de ellos.
Y le dijeron: — Si tú eres el Cristo, ¡dínoslo! Pero él les dijo: — Si se lo dijera, no lo creerían.
Además, si yo les preguntara, no me responderían.
Pero, de ahora en adelante, el Hijo del Hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.
Le dijeron todos: — Entonces, ¿eres tú Hijo de Dios? Y él les dijo: — Ustedes dicen que Yo Soy.
Entonces ellos dijeron: — ¿Qué más necesidad tenemos de testimonio? Porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.