Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 22:5-51 verso por verso
Estos se alegraron y acordaron darle dinero.
Él estuvo de acuerdo y buscaba la oportunidad para entregarlo sin que la gente lo advirtiera.
Llegó el día de los Panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar la víctima pascual.
Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: — Vayan, prepárennos la Pascua para que comamos.
Ellos le preguntaron: — ¿Dónde quieres que la preparemos?
Él les dijo: — He aquí, cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa a donde entre.
Díganle al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ‘¿Dónde está la habitación en la que he de comer la Pascua con mis discípulos?’”.
Y él les mostrará un gran aposento alto ya dispuesto. Preparen allí.
Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la Pascua.
Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.
Y les dijo: — ¡Cuánto he deseado comer con ustedes esta Pascua antes de padecer!
Porque les digo que no comeré más de ella hasta que se cumpla en el reino de Dios.
Luego tomó una copa y, habiendo dado gracias, dijo: — Tomen esto y repártanlo entre ustedes
porque les digo que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.
Entonces tomó pan y, habiendo dado gracias, lo partió y les dio diciendo: — Esto es mi cuerpo que por ustedes es dado. Hagan esto en memoria de mí.
Asimismo, después de haber cenado, tomó también la copa y dijo: — Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre que por ustedes se derrama.
»No obstante, he aquí la mano del que me entrega está conmigo en la mesa.
A la verdad, el Hijo del Hombre va según lo que está determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!
Entonces ellos comenzaron a preguntarse entre sí cuál de ellos sería el que habría de hacer esto.
Hubo entre ellos una disputa acerca de quién de ellos parecía ser el más importante.
Entonces él les dijo: — Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que tienen autoridad sobre ellas son llamados bienhechores.
Pero entre ustedes no será así. Más bien, el que entre ustedes sea el importante, sea como el más nuevo; y el que es dirigente, como el que sirve.
Porque, ¿cuál es el más importante: el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve.
»Y ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas.
Yo, pues, dispongo para ustedes un reino, como mi Padre lo dispuso para mí,
para que coman y beban en mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
»Simón, Simón, he aquí Satanás me ha pedido para zarandearte como a trigo.
Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.
Él le dijo: — Señor, estoy listo para ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.
Pero él dijo: — Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tú hayas negado tres veces que me conoces.
Y les dijo a ellos: — Cuando los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo? Ellos dijeron: — Nada.
Entonces les dijo: — Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela; y también la alforja. Y el que no tiene espada, venda su manto y compre una.
Porque les digo que es necesario que se cumpla en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los malhechores. Porque lo que está escrito de mí tiene cumplimiento.
Entonces ellos dijeron: — Señor, he aquí dos espadas. Y él dijo: — Basta.
Después de salir, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también lo siguieron.
Cuando llegó al lugar, les dijo: — Oren que no entren en tentación.
Y él se apartó de ellos a una distancia considerable y, puesto de rodillas, oraba
diciendo: — Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya.
[Entonces le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.
Y angustiado, oraba con mayor intensidad, de modo que su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra].
Cuando se levantó de orar y volvió a sus discípulos, los halló dormidos por causa de la tristeza.
Y les dijo: — ¿Por qué duermen? Levántense y oren para que no entren en tentación.
Mientras él aún hablaba, he aquí vino una multitud. El que se llamaba Judas, uno de los doce, venía delante de ellos y se acercó a Jesús para besarle.
Entonces Jesús le dijo: — Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Al ver los que estaban con él lo que había de ocurrir, le dijeron: — Señor, ¿heriremos a espada?
Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Entonces respondiendo Jesús, dijo: — ¡Basta de esto! Y tocando su oreja, lo sanó.