Explicación, estudio y comentario bíblico de Lucas 6:6-42 verso por verso
Aconteció en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada.
Los escribas y los fariseos lo acechaban para ver si lo sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle.
Pero él, conociendo los razonamientos de ellos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: — Levántate y ponte en medio. Él se levantó y se puso en medio.
Entonces Jesús les dijo: — Yo les pregunto: “¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla?”.
Y mirándolos a todos en derredor, dijo al hombre: — Extiende tu mano. Él lo hizo, y su mano le fue restaurada.
Entonces ellos se llenaron de enojo y discutían los unos con los otros qué podrían hacer con Jesús.
Aconteció en aquellos días, que Jesús salió al monte para orar y pasó toda la noche en oración a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y de ellos escogió a doce a quienes también llamó apóstoles:
a Simón, al cual también llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Jacobo y a Juan; a Felipe y a Bartolomé;
a Mateo y a Tomás; a Jacobo hijo de Alfeo, y a Simón llamado el Zelote;
a Judas hijo de Jacobo, y a Judas Iscariote, que también llegó a ser el traidor.
Descendió con ellos y se detuvo en una llanura, junto con una multitud de sus discípulos y un gran número de personas de toda Judea, de Jerusalén y de las costas de Tiro y de Sidón, que habían venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades.
Los que eran atormentados por espíritus inmundos eran sanados,
y toda la gente procuraba tocarlo; porque salía poder de él y sanaba a todos.
Y alzando él los ojos hacia sus discípulos, decía: “Bienaventurados ustedes los pobres porque de ustedes es el reino de Dios.
“Bienaventurados los que ahora tienen hambre porque serán saciados. “Bienaventurados los que ahora lloran porque reirán.
“Bienaventurados son cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí y los vituperan, y desechan el nombre de ustedes como si fuera malo, por causa del Hijo del Hombre.
Gócense en aquel día y salten de alegría porque he aquí su galardón es grande en el cielo; pues así hacían los padres de ustedes a los profetas.
“Pero ¡ay de ustedes los ricos! Porque están recibiendo su consuelo.
“¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados! Porque tendrán hambre. “¡Ay de ustedes, los que ahora se ríen! Porque se lamentarán y llorarán.
“¡Ay de ustedes, cuando todos los hombres hablan bien de ustedes! Porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
“Pero a ustedes, los que oyen, les digo: Amen a sus enemigos y hagan bien a los que los aborrecen;
bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan.
Al que te hiera en la mejilla preséntale también la otra; y al que te quite el manto no le niegues la túnica.
A cualquiera que te pida dale; y al que tome lo que es tuyo no se lo vuelvas a pedir.
“Y como quieren que hagan los hombres con ustedes, así también hagan ustedes con ellos.
Porque si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores aman a los que los aman.
Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si dan prestado a aquellos de quienes esperaban recibir, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores dan prestado a los pecadores para recibir otro tanto.
“Más bien, amen a sus enemigos y hagan bien y den prestado sin esperar ningún provecho. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos.
Sean misericordiosos, como también su Padre es misericordioso.
“No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.
Den, y se les dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante se les dará en su regazo. Porque con la medida con que miden se les volverá a medir”.
Entonces les dijo una parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
El discípulo no es superior a su maestro, pero cualquiera que es plenamente instruido será como su maestro.
¿Por qué miras la brizna de paja que está en el ojo de tu hermano pero dejas de ver la viga que está en tu propio ojo?
¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que yo saque la brizna de tu ojo’, sin que mires la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la brizna que está en el ojo de tu hermano.