Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 1:29-41 verso por verso
En seguida, cuando salieron de la sinagoga, fueron con Jacobo y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y de inmediato le hablaron de ella.
Él se acercó a ella, la tomó de la mano y la levantó. Y le dejó la fiebre, y ella comenzó a servirles.
Al atardecer, cuando se puso el sol, le traían todos los enfermos y los endemoniados.
Toda la ciudad estaba reunida a la puerta.
Y él sanó a muchos que padecían de diversas enfermedades y echó fuera muchos demonios. Y no permitía a los demonios hablar, porque lo conocían.
Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba.
Simón y sus compañeros fueron en busca de él.
Lo encontraron y le dijeron: — Todos te buscan.
Él les respondió: — Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que predique también allí porque para esto he venido.
Y fue predicando en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echando fuera los demonios.
Y vino a él un leproso implorándole, y de rodillas le dijo: — Si quieres, puedes limpiarme.
Jesús, movido a compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: — Quiero; sé limpio.