Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 10:1-27 verso por verso
Y levantándose de allí, fue a las regiones de Judea y de más allá del Jordán. Las multitudes volvieron a acudir a él, y de nuevo les enseñaba como él acostumbraba.
Entonces se acercaron unos fariseos para probarle, y le preguntaron si era lícito al marido divorciarse de su mujer.
Pero él respondió y les dijo: — ¿Qué les mandó Moisés?
Ellos dijeron: — Moisés permitió escribir carta de divorcio y despedirla.
Pero Jesús les dijo: — Ante la dureza de corazón de ustedes les escribió este mandamiento.
Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer.
Por esta causa el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer;
y serán los dos una sola carne. Así que, ya no son más dos sino una sola carne.
Por tanto, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.
En casa sus discípulos volvieron a preguntarle acerca de esto.
Él les dijo: — Cualquiera que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio contra ella.
Y si la mujer se divorcia de su marido y se casa con otro comete adulterio.
Y le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al verlo, Jesús se indignó y les dijo: “Dejen a los niños venir a mí, y no los impidan porque de los tales es el reino de Dios.
De cierto les digo que cualquiera que no reciba el reino de Dios como un niño jamás entrará en él”.
Entonces, tomándolos en los brazos, puso las manos sobre ellos y los bendijo.
Cuando salía para continuar su camino, un hombre vino corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: — Maestro bueno, ¿qué haré para obtener la vida eterna?
Pero Jesús le dijo: — ¿Por qué me llamas “bueno”? Ninguno es bueno, sino solo uno, Dios.
Tú conoces los mandamientos: No cometas homicidio, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, honra a tu padre y a tu madre.
Pero él le dijo: — Maestro, todo esto he guardado desde mi juventud.
Entonces, al mirarlo Jesús, le amó y le dijo: — Una cosa te falta: Anda, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
Pero él, abatido por esta palabra, se fue triste porque tenía muchas posesiones.
Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: — ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Los discípulos se asombraron por sus palabras; pero Jesús, respondiendo de nuevo, les dijo: — Hijitos, ¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios!.
Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Pero ellos quedaron aun más atónitos diciendo entre sí: — ¿Y quién podrá ser salvo?
Entonces Jesús, mirándolos, les dijo: — Para los hombres es imposible pero no para Dios. Porque para Dios todas las cosas son posibles.