Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 14:27-52 verso por verso
Entonces Jesús les dijo: — Todos se escandalizarán de mí; porque está escrito: Heriré al Pastor y serán dispersadas las ovejas.
Pero después de haber resucitado iré delante de ustedes a Galilea.
Entonces Pedro le dijo: — Aunque todos sean escandalizados, yo no.
Jesús le dijo: — De cierto te digo que hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, tú me negarás tres veces.
Pero él le decía con mayor insistencia: — Aunque me sea necesario morir contigo, jamás te negaré. También todos decían lo mismo.
Llegaron al lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: — Siéntense aquí mientras yo oro.
Tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse.
Y les dijo: — Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Quédense aquí y velen.
Pasando un poco adelante, se postraba en tierra y oraba que de ser posible, pasase de él aquella hora.
Decía: — ¡Abba, Padre, todo es posible para ti! ¡Aparta de mí esta copa! Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
Volvió y los halló durmiendo, y le dijo a Pedro: — Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una sola hora?
Velen y oren, para que no entren en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto pero la carne es débil.
De nuevo se apartó y oró diciendo las mismas palabras.
Cuando vino otra vez, los halló durmiendo porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y no sabían qué responderle.
Volvió por tercera vez y les dijo: — ¿Todavía están durmiendo y descansando? Basta ya. La hora ha venido. He aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.
¡Levántense, vamos! He aquí, está cerca el que me entrega.
En seguida, mientras él aún hablaba, llegó Judas, uno de los doce, y con él una multitud con espadas y palos de parte de los principales sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
El que lo entregaba les había dado señal diciendo: “Al que yo bese, ese es. Préndanlo y llévenlo con seguridad”.
Cuando llegó, de inmediato se acercó a él y dijo: — ¡Rabí! Y le besó.
Entonces ellos le echaron mano y lo prendieron;
pero uno de los que estaban allí, sacando su espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
Jesús respondió y les dijo: — ¿Como contra un asaltante han salido con espadas y palos para prenderme?
Cada día yo estaba delante de ustedes enseñando en el templo, y no me prendieron. Pero así es, para que se cumplan las Escrituras.
Entonces todos los suyos lo abandonaron y huyeron.
Pero cierto joven, habiendo cubierto su cuerpo desnudo con una sábana, lo seguía; y lo prendieron.
Pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.