Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 15:34-47 verso por verso
Y a las tres de la tarde Jesús exclamó a gran voz diciendo: — ¡Eloi, Eloi! ¿Lama sabactani? (que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?).
Al oírle, algunos de los que estaban allí decían: — He aquí, llama a Elías.
Corrió uno y empapó una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber, diciendo: — Dejen, veamos si viene Elías a bajarle.
Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Y el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo.
El centurión que estaba de pie delante de él, cuando vio que había muerto de esta manera, dijo: — ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!
También estaban allí algunas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Jacobo el Menor y de José, y Salomé.
Cuando Jesús estaba en Galilea, estas lo seguían y le servían. También había muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
Cuando ya atardecía, siendo el día de la Preparación; es decir, la víspera del sábado,
llegó José de Arimatea, miembro ilustre del concilio, quien también esperaba el reino de Dios, y entró osadamente a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto. Y llamando al centurión, le preguntó si ya había muerto.
Una vez informado por el centurión, concedió el cuerpo a José.
Comprando una sábana y bajándolo de la cruz, José lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que había sido cavado en una peña. Luego hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María la madre de José miraban dónde lo ponían.