Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 3:5-17 verso por verso
Y mirándolos en derredor con enojo, dolorido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: — Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano le fue restaurada.
Los fariseos salieron en seguida, junto con los herodianos, y tomaron consejo contra él, de cómo destruirlo.
Jesús se apartó con sus discípulos al mar, y lo siguió una gran multitud de gente procedente de Galilea, de Judea,
de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y Sidón una gran multitud vino a él, porque habían oído de las grandes cosas que hacía.
Y Jesús les dijo a sus discípulos que siempre tuvieran lista una barca a causa del gentío para que no lo apretujaran;
porque había sanado a muchos, de modo que le caían encima todos cuantos tenían plagas, para tocarlo.
Y los espíritus inmundos, siempre que lo veían se postraban delante de él y gritaban diciendo: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”.
Pero él los reprendía mucho para que no lo dieran a conocer.
Entonces subió al monte y llamó a sí a los que él quiso, y fueron a él.
Constituyó a doce, a quienes nombró apóstoles, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar
y tener autoridad para echar fuera los demonios.
Y constituyó a los doce: a Simón (a quien le puso por nombre Pedro),
a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan el hermano de Jacobo (a ellos les puso por nombre Boanerges; es decir, hijos del trueno),