Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 4:1-25 verso por verso
Otra vez comenzó a enseñar junto al mar, y se reunió ante él una multitud muy grande; de manera que él entró en una barca mar adentro y se sentó allí, y toda la multitud estaba en la playa, frente al mar.
Y les enseñaba muchas cosas en parábolas. Les decía en su enseñanza:
“¡Oigan! He aquí un sembrador salió a sembrar.
Y mientras sembraba, aconteció que parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la devoraron.
Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra, y en seguida brotó porque la tierra no era profunda.
Y cuando salió el sol se quemó y, porque no tenía raíces, se secó.
Otra parte cayó entre los espinos. Y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto.
Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y aumentando dieron fruto. Y llevaban fruto a treinta, sesenta y ciento por uno”.
Y decía: “El que tiene oído para oír, oiga”.
Cuando estuvo solo, los que estaban alrededor de él junto con los doce le preguntaban en cuanto a las parábolas.
Y él les decía: “A ustedes se les ha dado el misterio del reino de Dios; pero para los que están fuera, todas las cosas están en parábolas
para que viendo vean y no perciban, y oyendo oigan y no entiendan; de modo que no se conviertan y les sea perdonado”.
Luego les dijo: “¿No comprenden esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderán todas las parábolas?
El sembrador siembra la palabra.
Primero están estos que caen junto al camino donde se siembra la palabra. Y cuando la oyen, en seguida viene Satanás y quita la palabra que había sido sembrada en ellos.
También los que son sembrados en pedregales son aquellos que, cuando oyen la palabra, en seguida la reciben con gozo;
pero no tienen raíz en sí, sino que son de poca duración. Entonces, cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropiezan.
Y otros son los que son sembrados entre espinos. Ellos son los que oyen la palabra,
pero las preocupaciones de este mundo, el engaño de las riquezas y la codicia de otras cosas se entrometen y ahogan la palabra, y queda sin fruto.
Y aquellos que fueron sembrados en buena tierra son los que oyen la palabra, la reciben y producen fruto a treinta, a sesenta y a ciento por uno”.
También les dijo: “¿Acaso se trae una lámpara para que sea puesta debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es para que sea puesta sobre el candelero?
Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni nada escondido sino para que salga en claro.
Si alguno tiene oídos para oír, oiga”.
Les dijo también: “Consideren lo que oyen: Con la medida con que miden, ustedes serán medidos y les será añadido.
Porque al que tiene le será dado, y al que no tiene aun lo que tiene le será quitado”.