Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 6:1-20 verso por verso
Salió de allí y fue a su tierra, y sus discípulos lo siguieron.
Y cuando llegó el sábado, él comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos quedaban atónitos cuando le oían, y decían: — ¿De dónde le vienen a este estas cosas? ¿Qué sabiduría es esta que le ha sido dada? ¡Cuántas obras poderosas son hechas por sus manos!
¿No es este el carpintero, hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también sus hermanas aquí con nosotros? Se escandalizaban de él.
Pero Jesús les decía: — No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, entre sus familiares y en su casa.
Y no pudo hacer allí ningún hecho poderoso sino que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.
Estaba asombrado a causa de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando.
Entonces llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos. Les daba autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan ni bolsa ni dinero en el cinto sino solamente un bastón;
pero que calzaran sandalias y que no vistieran dos túnicas.
Y les decía: “Dondequiera que entren en una casa, posen en ella hasta que salgan de aquel lugar.
Cualquier lugar que no los reciba ni los oiga, saliendo de allí, sacudan el polvo que está debajo de sus pies para testimonio contra ellos”.
Entonces ellos salieron y predicaron que la gente se arrepintiera.
Echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban.
El rey Herodes oyó de Jesús, porque su nombre había llegado a ser muy conocido. Unos decían: “Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por esta razón operan estos poderes en él”.
Otros decían: “Es Elías”. Mientras otros decían: “Es profeta como uno de los profetas”.
Pero cuando Herodes oyó esto, dijo: “¡Juan, a quien yo decapité, ha resucitado!”.
Porque Herodes mismo había mandado prender a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodía, la mujer de su hermano Felipe; porque se había casado con ella.
Pues Juan le decía a Herodes: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”.
Pero Herodía lo acechaba y deseaba matarlo, aunque no podía
porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y lo protegía. Y al escucharlo quedaba muy perplejo, pero le oía de buena gana.