Explicación, estudio y comentario bíblico de Marco 9:19-41 verso por verso
Y respondiendo les dijo: — ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los soportaré? ¡Tráiganmelo!
Se lo trajeron; y cuando el espíritu lo vio, de inmediato sacudió al muchacho, quien cayó en tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús le preguntó a su padre: — ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Él dijo: — Desde niño.
Muchas veces lo echa en el fuego o en el agua para matarlo; pero si puedes hacer algo, ¡ten misericordia de nosotros y ayúdanos!
Jesús le dijo: — “¿Si puedes…?”. ¡Al que cree todo le es posible!
Inmediatamente el padre del muchacho clamó diciendo: — ¡Creo! ¡Ayuda mi incredulidad!
Pero cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo diciéndole: — Espíritu mudo y sordo, yo te mando, ¡sal de él y nunca más entres en él!
Entonces, clamando y desgarrándolo con violencia, el espíritu salió y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: — ¡Está muerto!
Pero Jesús lo tomó de la mano y lo enderezó, y él se levantó.
Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado: — ¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?
Él les dijo: — Este género con nada puede salir sino con oración.
Habiendo salido de allí, caminaban por Galilea. Él no quería que nadie lo supiera,
porque iba enseñando a sus discípulos, y les decía: “El Hijo del Hombre ha de ser entregado en manos de hombres, y lo matarán. Y una vez muerto, resucitará después de tres días”.
Pero ellos no entendían esta palabra y tenían miedo de preguntarle.
Llegó a Capernaúm. Y cuando estuvo en casa, Jesús les preguntó: — ¿Qué disputaban entre ustedes en el camino?
Pero ellos callaron, porque lo que habían disputado los unos con los otros en el camino era sobre quién era el más importante.
Entonces se sentó, llamó a los doce y les dijo: — Si alguno quiere ser el primero deberá ser el último de todos y el siervo de todos.
Y tomó a un niño y lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos, les dijo:
— El que en mi nombre recibe a alguien como este niño, a mí me recibe; y el que a mí me recibe no me recibe a mí sino al que me envió.
Juan le dijo: — Maestro, vimos a alguien que echaba fuera demonios en tu nombre, y se lo prohibimos porque no nos seguía.
Pero Jesús dijo: — No se lo prohíban, porque nadie que haga milagros en mi nombre podrá después hablar mal de mí.
Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
Cualquiera que les dé un vaso de agua en mi nombre, porque son de Cristo, de cierto les digo que jamás perderá su recompensa.