Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 12:10-23 verso por verso
Y he aquí había un hombre que tenía la mano paralizada; y para acusar a Jesús, le preguntaron diciendo: — ¿Es lícito sanar en sábado?
Pero él les dijo: — ¿Qué hombre hay entre ustedes que tenga una oveja, y que si esta cae en un pozo en sábado, no le echará mano y la sacará?
Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! De manera que es lícito hacer bien en sábado.
Entonces dijo a aquel hombre: — Extiende tu mano. Él la extendió, y su mano fue restaurada sana como la otra.
Pero saliendo los fariseos, tomaron consejo contra él, cómo destruirlo.
Como Jesús lo supo, se apartó de allí. Lo siguió mucha gente, y a todos los sanó.
Y les mandó rigurosamente que no lo dieran a conocer,
para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, que dijo:
He aquí mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien se complace mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará juicio a las naciones.
No contenderá, ni dará voces; ni oirá nadie su voz en las plazas.
La caña cascada no quebrará, y la mecha que humea no apagará, hasta que saque a triunfo el juicio.
Y en su nombre las naciones pondrán su esperanza.
Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía.
Toda la gente estaba atónita y decía: — ¿Acaso será este el Hijo de David?