Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 13:13-40 verso por verso
Por esto les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni tampoco entienden.
Además, se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oirán, y nunca entenderán; y mirando mirarán, y nunca verán.
Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, y con los oídos han oído torpemente. Han cerrado sus ojos para que no vean con los ojos ni oigan con los oídos ni entiendan con el corazón ni se conviertan. Y yo los sanaré.
Pero ¡bienaventurados sus ojos, porque ven; y sus oídos, porque oyen!
Porque de cierto les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.
»Ustedes, pues, oigan la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
Y el que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo;
pero no tiene raíz en sí, sino que es de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropieza.
Y el que fue sembrado en espinos, este es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto.
Pero el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta por uno.
Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Cuando brotó la hierba y produjo fruto, entonces apareció también la cizaña.
Se acercaron los siervos al dueño del campo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?’.
Y él les dijo: ‘Un hombre enemigo ha hecho esto’. Los siervos le dijeron: ‘Entonces, ¿quieres que vayamos y la recojamos?’.
Pero él dijo: ‘No; no sea que al recoger la cizaña arranquen con ella el trigo.
Dejen crecer a ambos hasta la siega. Cuando llegue el tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla. Pero reúnan el trigo en mi granero’”.
Les presentó otra parábola diciendo: “El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
Esta es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.
Les dijo otra parábola: “El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en una gran cantidad de harina, hasta que todo quedó leudado”.
Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes y sin parábolas no les hablaba,
de manera que se cumplió lo dicho por medio del profeta diciendo: Abriré mi boca con parábolas; publicaré cosas que han estado ocultas desde la fundación del mundo.
Entonces, una vez despedida la multitud, volvió a casa. Y sus discípulos se acercaron a él diciendo: — Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
Y respondiendo él dijo: — El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
El campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.
El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
De manera que como la cizaña es recogida y quemada en el fuego, así será el fin del mundo.