Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 16:13-25 verso por verso
Cuando llegó Jesús a las regiones de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: — ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: — Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o uno de los profetas.
Les dijo: — Pero ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Respondió Simón Pedro y dijo: — ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!
Entonces Jesús respondió y le dijo: — Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos.
Entonces mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo.
Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que le era preciso ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día.
Pedro lo tomó aparte y comenzó a reprenderlo diciendo: — Señor, ten compasión de ti mismo. ¡Jamás te suceda esto!
Entonces él volviéndose, le dijo a Pedro: — ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo porque no piensas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: — Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por causa de mí la hallará.