Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 18:5-17 verso por verso
Y cualquiera que en mi nombre reciba a un niño como este, a mí me recibe.
»Y a cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le atara al cuello una gran piedra de molino y que se le hundiera en lo profundo del mar.
¡Ay del mundo por los tropiezos! Es inevitable que haya tropiezos, pero ¡ay del hombre que los ocasione!
»Por tanto, si tu mano o tu pie te hace tropezar, córtalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
Y si tu ojo te hace tropezar, sácalo y échalo de ti. Mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
»Miren, no tengan en poco a ninguno de estos pequeños, porque les digo que sus ángeles en los cielos siempre ven el rostro de mi Padre que está en los cielos.
»¿Qué les parece? Si algún hombre tiene cien ovejas y se extravía una, ¿acaso no dejará las noventa y nueve en las montañas e irá a buscar la descarriada?
Y si sucede que la encuentra, de cierto les digo que se goza más por aquella que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
Así que, no es la voluntad de su Padre que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños.
»Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano.
Pero si no escucha, toma aun contigo uno o dos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.
Y si él no les hace caso a ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo por gentil y publicano.