Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 21:8-40 verso por verso
La mayor parte de la multitud tendió sus mantos en el camino, mientras otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.
Las multitudes que iban delante de él y las que lo seguían aclamaban diciendo: — ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!. ¡Hosanna en las alturas!
Cuando él entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió diciendo: — ¿Quién es este?
Y las multitudes decían: — Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,
y les dijo: — Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero ustedes la han hecho cueva de ladrones.
Entonces ciegos y cojos vinieron a él en el templo, y él los sanó.
Pero los principales sacerdotes y los escribas se indignaron cuando vieron las maravillas que él hizo, y a los muchachos que lo aclamaban en el templo diciendo: — ¡Hosanna al Hijo de David!
Y le dijeron: — ¿Oyes lo que dicen estos? Jesús les dijo: — Sí. ¿Nunca leyeron: De la boca de los niños y de los que maman preparaste la alabanza?
Los dejó y salió fuera de la ciudad a Betania, y se alojó allí.
Volviendo a la ciudad por la mañana, tuvo hambre.
Al ver una higuera en el camino, fue a ella; pero no encontró nada en ella sino solo hojas, y le dijo: — Nunca jamás brote fruto de ti. Pronto se secó la higuera,
y los discípulos, al verlo, se maravillaron diciendo: — ¿Cómo se secó tan pronto la higuera?
Jesús respondió y les dijo: — De cierto les digo que si tienen fe y no dudan, no solo harán esto de la higuera, sino que si dicen a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así será.
Todo lo que pidan en oración, creyendo, lo recibirán.
Él llegó al templo y, mientras estaba enseñando, se acercaron a él los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo, y le decían: — ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Quién te dio esta autoridad?
Entonces respondió Jesús y les dijo: — Yo también les haré una pregunta y, si me responden, yo también les diré con qué autoridad hago estas cosas.
¿De dónde era el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres? Entonces ellos razonaban entre sí, diciendo: — Si decimos “del cielo”, nos dirá: “¿Por qué, pues, no le creyeron?”.
Y si decimos “de los hombres…”, tememos al pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta.
Respondieron a Jesús y dijeron: — No sabemos. Y él les dijo: — Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.
»Pero, ¿qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”.
Él contestó y dijo: “No quiero”. Pero después cambió de parecer y fue.
Al acercarse al otro, le dijo lo mismo; y él respondió diciendo: “¡Sí, señor, yo voy!”. Y no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Ellos dijeron: — El primero. Y Jesús les dijo: — De cierto les digo que los publicanos y las prostitutas entran delante de ustedes en el reino de Dios.
Porque Juan vino a ustedes en el camino de justicia, y no le creyeron; pero los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y aunque ustedes lo vieron, después no cambiaron de parecer para creerle.
»Oigan otra parábola: Había un hombre, dueño de un campo, quien plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue lejos.
Pero cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.
Y los labradores, tomando a sus siervos, a uno lo hirieron, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon.
Él envió de nuevo otros siervos, en mayor número que los primeros, y les hicieron lo mismo.
»Por último, les envió a su hijo, diciendo: “Tendrán respeto a mi hijo”.
Pero al ver al hijo, los labradores dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vengan, matémoslo y tomemos posesión de su herencia”.
Lo prendieron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Ahora bien, cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?