Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 28:1-40 verso por verso
Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María para ver el sepulcro.
Y he aquí, hubo un gran terremoto; porque el ángel del Señor descendió del cielo, y al llegar removió la piedra y se sentó sobre ella.
Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura era blanca como la nieve.
Los guardias temblaron por miedo de él y quedaron como muertos.
Y respondiendo el ángel dijo a las mujeres: — No teman, porque sé que buscan a Jesús, quien fue crucificado.
No está aquí, porque ha resucitado, así como dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto.
Vayan de prisa y digan a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. He aquí va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán. He aquí se los he dicho.
Entonces ellas salieron a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, y corrieron a dar las nuevas a sus discípulos.
Y he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: — ¡Les saludo! Y acercándose ellas, abrazaron sus pies y lo adoraron.
Entonces Jesús les dijo: — No teman. Vayan, den las noticias a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán.
Entre tanto que ellas iban, he aquí algunos de la guardia fueron a la ciudad y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían sucedido.
Ellos se reunieron en consejo con los ancianos, y tomando mucho dinero se lo dieron a los soldados
diciendo: “Digan: ‘Sus discípulos vinieron de noche y lo robaron mientras nosotros dormíamos’.
Y si esto llega a oídos del procurador, nosotros le persuadiremos y les evitaremos problemas”.
Ellos tomaron el dinero e hicieron como habían sido instruidos. Y este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.
Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había mandado.
Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaron.
Jesús se acercó a ellos y les habló diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.