Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 3:1-40 verso por verso
En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea
y diciendo: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado!”.
Pues este es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías: Voz del que proclama en el desierto: “Preparen el camino del Señor; enderecen sus sendas”.
Juan mismo estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura. Su comida era langostas y miel silvestre.
Entonces salían a él Jerusalén y toda Judea y toda la región del Jordán
y, confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.
Pero cuando Juan vio que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: “¡Generación de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera?
Produzcan, pues, frutos dignos de arrepentimiento;
y no piensen decir dentro de ustedes: ‘A Abraham tenemos por padre’. Porque yo les digo que aun de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abraham.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles. Por lo tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.
Yo, a la verdad, los bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene después de mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo. Él les bautizará en el Espíritu Santo y fuego.
Su aventador está en su mano, y limpiará su era. Recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en el fuego que nunca se apagará”.
Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a Juan, para ser bautizado por él.
Pero Juan procuraba impedírselo diciendo: — Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: — Permítelo por ahora, porque así nos conviene cumplir toda justicia. Entonces se lo permitió.
Y cuando Jesús fue bautizado, en seguida subió del agua, y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y venía sobre él.
Y he aquí, una voz de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.