Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 5:1-40 verso por verso
Cuando vio la multitud, subió al monte y, al sentarse él, se le acercaron sus discípulos.
Y abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos recibirán misericordia.
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
“Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
“Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
“Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo.
Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes.
“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida.
Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa.
Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.
“No piensen que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir.
De cierto les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido.
“Por lo tanto, cualquiera que quebrante el más pequeño de estos mandamientos y así enseñe a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será considerado grande en el reino de los cielos.
Porque les digo que a menos que su justicia sea mayor que la de los escribas y de los fariseos, jamás entrarán en el reino de los cielos.
“Ustedes han oído que fue dicho a los antiguos: No cometerás homicidio; y cualquiera que comete homicidio será culpable en el juicio.
Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano será culpable en el juicio. Cualquiera que le llame a su hermano ‘necio’ será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llame ‘fatuo’ será expuesto al infierno de fuego.
“Por tanto, si has traído tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda.
“Reconcíliate pronto con tu adversario mientras estás con él en el camino; no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y seas echado en la cárcel.
De cierto te digo que jamás saldrás de allí hasta que pagues el último centavo.
“Ustedes han oído que fue dicho: No cometerás adulterio.
Pero yo les digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón.
Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti. Porque es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti. Porque es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
“También fue dicho: Cualquiera que despide a su mujer, dele carta de divorcio.
Pero yo les digo que todo aquel que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de inmoralidad sexual, hace que ella cometa adulterio. Y el que se casa con la mujer divorciada comete adulterio.
“Además, ustedes han oído que fue dicho a los antiguos: No jurarás falsamente; sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
Pero yo les digo: No juren en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.
No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea ni blanco ni negro.
Pero sea su hablar, ‘sí’, ‘sí’, y ‘no’, ‘ no’. Porque lo que va más allá de esto, procede del mal.
“Ustedes han oído que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo les digo: No resistan al malo. Más bien, a cualquiera que te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
Y al que quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica, déjale también el manto.