Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 6:2-40 verso por verso
Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser honrados por los hombres. De cierto les digo que ellos ya tienen su recompensa.
Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.
“Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa.
Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará.
Y al orar, no usen vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que serán oídos por su palabrería.
Por tanto, no se hagan semejantes a ellos, porque el Padre de ustedes sabe de qué cosas tienen necesidad antes que ustedes le pidan.
Ustedes, pues, oren así: Padre nuestro que estás en los cielos: Santificado sea tu nombre,
venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. [Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por todos los siglos. Amén].
Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará sus ofensas.
“Cuando ustedes ayunen, no se hagan los tristes, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto les digo que ya tienen su recompensa.
Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara,
de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará.
“No acumulen para ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban.
Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban.
Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.
“La lámpara del cuerpo es el ojo. Así que, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz.
Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. De modo que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande es esa oscuridad!
“Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o se dedicará al uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas.
“Por tanto les digo: No se afanen por su vida, qué han de comer o qué han de beber; ni por su cuerpo, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Miren las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?
¿Quién de ustedes podrá, por más que se afane, añadir a su estatura un milímetro?
¿Por qué se afanan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo crecen. Ellos no trabajan ni hilan;
pero les digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos.
Si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?
“Por tanto, no se afanen diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿Qué beberemos?’ o ‘¿Con qué nos cubriremos?’.
Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero el Padre de ustedes que está en los cielos sabe que tienen necesidad de todas estas cosas.
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal.