Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 8:19-40 verso por verso
Entonces se le acercó un escriba y le dijo: — Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas.
Jesús le dijo: — Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
Otro de sus discípulos le dijo: — Señor, permíteme que primero vaya y entierre a mi padre.
Pero Jesús le dijo: — Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.
Él entró en la barca, y sus discípulos lo siguieron.
Y de repente se levantó una tempestad tan grande en el mar que las olas cubrían la barca, pero él dormía.
Y acercándose, lo despertaron diciendo: — ¡Señor, sálvanos, que perecemos!
Y él les dijo: — ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza.
Los hombres se maravillaron y decían: — ¿Qué clase de hombre es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?
Una vez llegado a la otra orilla, a la región de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que habían salido de los sepulcros. Eran violentos en extremo, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.
Y he aquí, ellos lanzaron gritos diciendo: — ¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?
Lejos de ellos estaba paciendo un gran hato de cerdos,
y los demonios le rogaron diciendo: — Si nos echas fuera, envíanos a aquel hato de cerdos.
Él les dijo: — ¡Vayan! Ellos salieron y se fueron a los cerdos, y he aquí todo el hato de cerdos se lanzó al mar por un despeñadero y murieron en el agua.
Los que apacentaban los cerdos huyeron, se fueron a la ciudad y lo contaron todo, aun lo que había pasado a los endemoniados.
Y he aquí, toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, cuando lo vieron, le rogaban que se fuera de sus territorios.