Explicación, estudio y comentario bíblico de Mateo 9:18-40 verso por verso
Mientras él hablaba estas cosas, he aquí vino un hombre principal y se postró delante de él diciéndole: — Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Y he aquí una mujer que sufría de hemorragia desde hacía doce años se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
porque ella pensaba dentro de sí: “Si solamente toco su vestido, seré sanada”.
Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: — Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer fue sanada desde aquella hora.
Cuando Jesús llegó a la casa del principal y vio a los que tocaban las flautas y a la multitud que hacía bullicio,
les dijo: — Apártense, porque la muchacha no ha muerto, sino que duerme. Y se burlaban de él.
Cuando hubieron sacado a la gente, él entró y la tomó de la mano; y la muchacha se levantó.
Y salió esta noticia por toda aquella tierra.
Mientras Jesús pasaba de allí, lo siguieron dos ciegos clamando a gritos y diciendo: — ¡Ten misericordia de nosotros, hijo de David!
Cuando él llegó a la casa, los ciegos vinieron a él. Y Jesús les dijo: — ¿Creen que puedo hacer esto? Ellos dijeron: — Sí, Señor.
Entonces les tocó los ojos diciendo: — Conforme a la fe de ustedes les sea hecho.
Y los ojos de ellos fueron abiertos. Entonces Jesús les encargó rigurosamente diciendo: — Miren que nadie lo sepa.
Pero ellos salieron y difundieron su fama por toda aquella tierra.
Mientras aquellos salían, he aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado.
Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo: — ¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!
Pero los fariseos decían: — Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.
Y cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas porque estaban acosadas y desamparadas como ovejas que no tienen pastor.
Entonces dijo a sus discípulos: “A la verdad, la mies es mucha, pero los obreros son pocos.
Rueguen, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.