Explicación, estudio y comentario bíblico de Miqueas 7:1-10 verso por verso
¡Ay de mí! ¡He venido a ser como los últimos frutos del verano, como el rebusco después de la vendimia! Ya no queda racimo que comer; mi alma desea los primeros higos.
El piadoso ha desaparecido de la tierra; no hay ni uno que sea recto entre los hombres. Cada cual acecha la vida; cada cual caza a su prójimo con una red.
Han adiestrado sus manos para hacer el mal: El gobernante exige, el juez juzga por soborno y el poderoso habla según el antojo de su alma; y así lo retuercen.
El mejor de ellos es como la espina; el más correcto de ellos es como zarzal. ¡Ay de tus centinelas, pues tu castigo ha venido! ¡Ahora será su confusión!
No crean en el amigo; no esperen en el compañero. Cuídate de la que duerme en tu seno; guarda también tu boca.
Porque el hijo trata con desdén a su padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su propia casa.
Pero yo miraré al SEÑOR; esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!
Tú, oh enemiga mía, no te alegres contra mí; pues aunque caí me levantaré. Aunque yo habite en tinieblas el SEÑOR será mi luz.
Porque pequé contra el SEÑOR soportaré su ira, hasta que él juzgue mi causa y me haga justicia. Él me sacará a la luz y yo veré su justicia.
Mi enemiga lo verá, y la que me decía: “¿Dónde está tu Dios?” se cubrirá de vergüenza. Y mis ojos la verán. ¡Ahora será pisoteada como el lodo de la calle!