Explicación, estudio y comentario bíblico de Nehemías 2:10-19 verso por verso
Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita y Tobías el siervo amonita, se disgustaron en extremo de que alguien viniera para procurar el bien de los hijos de Israel.
Llegué, pues, a Jerusalén; y después de estar allí tres días
me levanté de noche, yo y unos cuantos hombres conmigo, sin declarar a nadie lo que mi Dios había puesto en mi corazón que hiciera por Jerusalén. No llevé conmigo animales, excepto aquel en que yo cabalgaba.
Salí de noche por la puerta del Valle hacia el manantial del Dragón y la puerta del Muladar, y examiné los muros de Jerusalén, que estaban derribados, y sus puertas, que estaban consumidas por el fuego.
Luego pasé hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no había lugar por donde pasara el animal en que cabalgaba.
Subí de noche por el arroyo y examiné la muralla. Y volví y entré por la puerta del Valle y regresé.
Los oficiales no sabían a dónde me había ido ni qué había hecho, pues hasta entonces yo no lo había declarado a los judíos ni a los sacerdotes ni a los nobles ni a los oficiales ni a los demás que habían de hacer la obra.
Luego les dije: — Ustedes ven el mal estado en que nos encontramos: Jerusalén está destruida y sus puertas están consumidas por el fuego. ¡Vengan, reedifiquemos la muralla de Jerusalén y no seamos más una afrenta!
Les declaré cómo la mano de mi Dios estaba conmigo para bien, y también las palabras que el rey me había dicho. Y ellos dijeron: — ¡Levantémonos y edifiquemos! Entonces esforzaron sus manos para bien.
Pero cuando lo oyeron Sanbalat el horonita, Tobías el siervo amonita y Gesem el árabe, se burlaron de nosotros y nos menospreciaron. Preguntaron: — ¿Qué es esto que están haciendo? ¿Se rebelan contra el rey?