Explicación, estudio y comentario bíblico de Nehemías 4:4-16 verso por verso
¡Escucha, oh Dios nuestro, porque somos objeto de desprecio! Devuelve su afrenta sobre sus cabezas, y entrégalos como presa en una tierra de cautividad.
No cubras su iniquidad ni su pecado sea borrado de delante de ti, porque provocaron a los que edificaban.
Así reedificamos la muralla, y fueron unidos todos los tramos de la muralla hasta la mitad de su altura; porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar.
Pero sucedió que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod oyeron que proseguía la reconstrucción de los muros de Jerusalén y que las brechas habían comenzado a ser cerradas, se encolerizaron mucho.
Conspiraron todos juntos para venir a combatir contra Jerusalén y causarle daño.
Entonces oramos a nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de noche.
Pero los de Judá dijeron: — Las fuerzas de los cargadores se han debilitado y los escombros son muchos. Nosotros no podremos reedificar la muralla.
Y nuestros enemigos dijeron: — Que no sepan ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.
Pero sucedió que cuando vinieron los judíos que habitaban cerca de ellos, nos dijeron diez veces: “De todos los lugares a donde se vuelvan, vendrán contra nosotros”.
Entonces distribuí al pueblo por familias, detrás de la muralla en sus partes más bajas y en sus partes desprotegidas, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
Después que inspeccioné, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: — ¡No teman delante de ellos! Acuérdense del Señor grande y temible, y combatan por sus hermanos, por sus hijos, por sus hijas, por sus mujeres y por sus casas.
Sucedió que cuando nuestros enemigos oyeron que nos habíamos enterado y que Dios había desbaratado su plan, volvimos todos al muro, cada uno a su trabajo.
Pero desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaba en la obra, y la otra mitad empuñaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas. Y los capitanes estaban detrás de toda la casa de Judá.