Explicación, estudio y comentario bíblico de Nehemías 4:7-20 verso por verso
Pero sucedió que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod oyeron que proseguía la reconstrucción de los muros de Jerusalén y que las brechas habían comenzado a ser cerradas, se encolerizaron mucho.
Conspiraron todos juntos para venir a combatir contra Jerusalén y causarle daño.
Entonces oramos a nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de noche.
Pero los de Judá dijeron: — Las fuerzas de los cargadores se han debilitado y los escombros son muchos. Nosotros no podremos reedificar la muralla.
Y nuestros enemigos dijeron: — Que no sepan ni vean, hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra.
Pero sucedió que cuando vinieron los judíos que habitaban cerca de ellos, nos dijeron diez veces: “De todos los lugares a donde se vuelvan, vendrán contra nosotros”.
Entonces distribuí al pueblo por familias, detrás de la muralla en sus partes más bajas y en sus partes desprotegidas, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
Después que inspeccioné, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: — ¡No teman delante de ellos! Acuérdense del Señor grande y temible, y combatan por sus hermanos, por sus hijos, por sus hijas, por sus mujeres y por sus casas.
Sucedió que cuando nuestros enemigos oyeron que nos habíamos enterado y que Dios había desbaratado su plan, volvimos todos al muro, cada uno a su trabajo.
Pero desde aquel día la mitad de mis hombres trabajaba en la obra, y la otra mitad empuñaba las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas. Y los capitanes estaban detrás de toda la casa de Judá.
Tanto los que reedificaban el muro como los que llevaban cargas estaban armados; con una mano trabajaban en la obra y con la otra empuñaban la jabalina.
Los que edificaban llevaban cada uno su espada ceñida al cinto; así edificaban. Y el que tocaba la corneta estaba junto a mí.
Entonces dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: — La obra es grande y amplia, y nosotros estamos distanciados en la muralla, lejos los unos de los otros.
En el lugar donde oigan el sonido de la corneta, allí reúnanse con nosotros. Y nuestro Dios combatirá por nosotros.