Explicación, estudio y comentario bíblico de Números 14:2-25 verso por verso
Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y Aarón; toda la congregación les dijo: — ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto!
¿Por qué nos trae el SEÑOR a esta tierra para caer a espada? ¿Para que nuestras mujeres y nuestros pequeños sean una presa? ¿No nos sería mejor volver a Egipto?
Y se decían unos a otros: — ¡Nombremos un jefe y volvámonos a Egipto!
Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la asamblea de la congregación de los hijos de Israel.
Entonces Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que estaban entre los que habían ido a explorar la tierra, rompieron sus vestiduras
y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: — La tierra por donde pasamos para explorarla es buena en gran manera.
Si el SEÑOR se agrada de nosotros, nos introducirá en esa tierra. Él nos entregará la tierra que fluye leche y miel.
Solo que no se rebelen contra el SEÑOR ni teman al pueblo de esa tierra, porque serán para nosotros pan comido. Su protección se ha apartado de ellos, mientras que con nosotros está el SEÑOR. ¡No les teman!
Entonces toda la congregación habló de apedrearlos. Pero la gloria del SEÑOR se dejó ver en el tabernáculo de reunión ante todos los hijos de Israel.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: — ¿Hasta cuándo me ha de menospreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me ha de creer, a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos?
Yo lo heriré con peste y lo desalojaré, y haré de ti una nación más grande y más fuerte que ellos.
Pero Moisés respondió al SEÑOR: — Luego lo oirán los egipcios, porque de en medio de ellos sacaste a este pueblo con tu poder.
Y lo contarán a los habitantes de esta tierra, los cuales han oído que tú, oh SEÑOR, estás en medio de este pueblo; que te dejas ver cara a cara, oh SEÑOR, y que tu nube está sobre ellos. Han oído que tú vas delante de ellos, de día en una columna de nube, y de noche en una columna de fuego.
Pero si tú haces morir a este pueblo como a un solo hombre, entonces las naciones que han oído de tu fama dirán:
“Porque el SEÑOR no fue capaz de introducir a ese pueblo en la tierra que les prometió con juramento, por eso los mató en el desierto”.
Ahora pues, sea engrandecido el poder del Señor, de acuerdo con lo que has hablado diciendo:
“El SEÑOR es lento para la ira y grande en misericordia. Él perdona la iniquidad y la rebelión, pero de ninguna manera dará por inocente al culpable. Castiga la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación”.
Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, como lo has perdonado desde Egipto hasta aquí.
Entonces el SEÑOR dijo: — Yo lo he perdonado, conforme a tu palabra.
Sin embargo, vivo yo, y la gloria del SEÑOR llena toda la tierra,
que de los que vieron mi gloria y las señales que hice en Egipto y en el desierto, y que me han puesto a prueba ya diez veces y no han escuchado mi voz,
ninguno verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. Ninguno de los que me han menospreciado la verá.
Pero a mi siervo Caleb, por cuanto ha demostrado un espíritu diferente y me ha seguido con integridad, yo lo introduciré en la tierra a la que él fue, y su descendencia la tendrá en posesión.
Ahora bien, puesto que los amalequitas y los cananeos habitan en el valle, vuelvan mañana y marchen al desierto, rumbo al mar Rojo.