Explicación, estudio y comentario bíblico de Números 22:2-41 verso por verso
Balac hijo de Zipor había visto todo lo que Israel había hecho a los amorreos.
Moab tuvo mucho temor del pueblo, porque era numeroso, y se aterrorizó Moab ante los hijos de Israel.
Y dijo Moab a los ancianos de Madián: — ¡Ahora esta multitud lamerá todos nuestros contornos, como el buey lame la hierba del campo! Balac hijo de Zipor era en aquel tiempo rey de Moab.
Y envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, junto al Río, en la tierra de los hijos de su pueblo para llamarlo diciendo: “He aquí un pueblo ha salido de Egipto y cubre la faz de la tierra, y ya está frente a mí.
Ahora, por favor, ven y maldíceme a este pueblo, porque es más fuerte que yo. Quizás yo pueda derrotarlo y echarlo de la tierra. Porque yo sé que aquel a quien tú bendices es bendito, y aquel a quien maldices es maldito”.
Los ancianos de Moab y los ancianos de Madián fueron llevando con ellos los honorarios del adivino. Llegaron a donde estaba Balaam y le comunicaron las palabras de Balac.
Y él les dijo: — Pasen aquí la noche, y yo les daré respuesta según lo que me hable el SEÑOR. Así que los principales de Moab se quedaron con Balaam.
Entonces Dios vino a Balaam y le preguntó: — ¿Quiénes son estos hombres que están contigo?
Balaam respondió a Dios: — Balac hijo de Zipor, rey de Moab, me ha mandado a decir:
“He aquí que un pueblo ha salido de Egipto y cubre la faz de la tierra. Ahora, ven y maldícemelo; quizás así pueda yo combatir contra él y echarlo”.
Entonces Dios dijo a Balaam: — No vayas con ellos ni maldigas al pueblo, porque es bendito.
Balaam se levantó de mañana y dijo a los principales de Balac: — Regresen a su tierra, porque el SEÑOR ha rehusado dejar que yo vaya con ustedes.
Los principales de Moab partieron, y cuando llegaron a donde estaba Balac, le dijeron: — Balaam rehusó venir con nosotros.
Balac volvió a enviar otros principales, más numerosos y más distinguidos que los anteriores.
Llegaron a Balaam y le dijeron: — Así ha dicho Balac hijo de Zipor: “Por favor, no dejes de venir a mí,
porque ciertamente te honraré mucho y haré todo lo que tú me digas. Por favor, ven y maldíceme a este pueblo”.
Pero Balaam respondió y dijo a los servidores de Balac: — Aunque Balac me diera su casa llena de plata y de oro, yo no podría transgredir el mandato del SEÑOR mi Dios para hacer cosa alguna, pequeña ni grande.
Ahora, por favor, permanezcan también ustedes aquí esta noche, y sabré qué más me dice el SEÑOR.
Entonces Dios vino a Balaam de noche y le dijo: — Si los hombres han venido a llamarte, levántate y ve con ellos. Pero solo harás lo que yo te diga.
Entonces Balaam se levantó muy de mañana, aparejó su asna y se fue con los principales de Moab.
Pero el furor de Dios se encendió cuando él iba, y el ángel del SEÑOR se presentó en el camino como un adversario suyo. Balaam iba montado sobre su asna, acompañado de dos de sus criados.
Y el asna vio al ángel del SEÑOR, quien estaba de pie en el camino con su espada desenvainada en la mano. El asna se apartó del camino y se fue por un campo. Y Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.
Entonces el ángel del SEÑOR se puso de pie en un sendero entre las viñas, el cual tenía una cerca a un lado y otra cerca al otro lado.
El asna vio al ángel del SEÑOR y se pegó contra la cerca, presionando la pierna de Balaam contra la cerca. Y este volvió a azotarla.
El ángel del SEÑOR pasó más adelante, y se puso de pie en un lugar angosto, donde no había espacio para apartarse a la derecha ni a la izquierda.
El asna, al ver al ángel del SEÑOR, se recostó debajo de Balaam. Y este se enojó y azotó al asna con un palo.
Entonces el SEÑOR abrió la boca del asna, y esta dijo a Balaam: — ¿Qué te he hecho para que me hayas azotado estas tres veces?
Balaam respondió al asna: — ¡Porque te burlas de mí! ¡Ojalá tuviera una espada en mi mano! ¡Ahora mismo te mataría!
El asna dijo a Balaam: — ¿Acaso no soy yo tu asna? Sobre mí has montado desde que me tienes hasta el día de hoy. ¿Acaso acostumbro hacer esto contigo? Y él respondió: — No.
Entonces el SEÑOR abrió los ojos a Balaam, y él vio al ángel del SEÑOR de pie en el camino, con su espada desenvainada en su mano. Balaam se inclinó y se postró sobre su rostro,
y el ángel del SEÑOR le dijo: — ¿Por qué has azotado a tu asna estas tres veces? He aquí, yo he salido como adversario, porque tu camino es perverso delante de mí.
El asna me ha visto y se ha apartado de mi presencia estas tres veces. Si no se hubiera apartado de mí, yo te habría matado a ti, y a ella habría dejado viva.
Entonces Balaam dijo al ángel del SEÑOR: — He pecado. Es que yo no sabía que te habías puesto en el camino, contra mí. Pero ahora, si esto te parece mal, yo me volveré.
Y el ángel del SEÑOR dijo a Balaam: — Ve con esos hombres, pero hablarás solo la palabra que yo te diga.
Y al oír Balac que venía Balaam, salió a su encuentro en una ciudad de Moab que está junto a la frontera del Arnón, en el extremo del territorio.
Entonces Balac dijo a Balaam: — ¿Acaso no envié yo a llamarte con urgencia? ¿Por qué no viniste a mí? ¿Acaso no puedo yo honrarte?
Balaam respondió a Balac: — He aquí yo he venido a ti; pero ahora, ¿podré hablar cosa alguna? ¡La palabra que Dios ponga en mi boca, esa hablaré!
Entonces Balaam fue con Balac, y llegaron a Quiriat-juzot.
Luego Balac hizo matar toros y ovejas, y envió porciones a Balaam y a los principales que estaban con él.
Sucedió a la mañana siguiente que Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal. Desde allí Balaam vio un extremo del campamento.