Explicación, estudio y comentario bíblico de Números 23:2-29 verso por verso
Balac hizo como le dijo Balaam, y ofrecieron Balac y Balaam un toro y un carnero en cada altar.
Luego dijo Balaam a Balac: — Quédate de pie junto a tu holocausto, y yo me iré; quizás suceda que el SEÑOR me venga al encuentro. Cualquier cosa que me muestre, te la avisaré. Y él se fue a un cerro.
Luego Dios vino al encuentro de Balaam, y este le dijo: — Siete altares he preparado, y en cada altar he ofrecido un toro y un carnero como holocausto.
Entonces el SEÑOR puso palabra en la boca de Balaam y le dijo: — Vuelve a donde está Balac, y háblale así…
Después volvió a Balac. Y he aquí que este estaba de pie junto a su holocausto, él y todos los principales de Moab.
Entonces Balaam pronunció su profecía y dijo: “Desde Siria me trajo Balac, rey de Moab, desde las montañas del oriente. ‘Ven’, dijo; ‘maldíceme a Jacob. Ven; condena a Israel’.
“¿Cómo he de maldecir a quien Dios no maldice? ¿Y cómo he de condenar al que el SEÑOR no condena?
Porque desde la cumbre de las peñas lo veo; desde las colinas lo diviso. He aquí un pueblo que ha de habitar solitario y que no ha de ser contado entre las naciones.
¿Quién contará el polvo de Jacob? ¿Quién calculará la polvareda de Israel? ¡Muera yo la muerte de los justos y sea mi final como el suyo!”.
Entonces Balac dijo a Balaam: — ¿Qué me has hecho? ¡Te he tomado para que maldigas a mis enemigos, y he aquí tú los has colmado de bendiciones!
Él respondió diciendo: — ¿Acaso no he de tener cuidado de hablar lo que el SEÑOR ponga en mi boca?
Entonces Balac le dijo: — Por favor, ven conmigo a otro lugar desde el cual lo puedas ver. Solo verás un extremo de él; no lo verás todo. Maldícemelo desde allí.
Entonces lo llevó al campo de Zofim, en la cumbre del Pisga, y allí edificó siete altares y ofreció en holocausto un toro y un carnero en cada altar.
Y Balaam dijo a Balac: — Ponte aquí junto a tu holocausto, y yo iré a encontrarme con él allá.
Entonces el SEÑOR vino al encuentro de Balaam y puso palabra en su boca, diciéndole: — Vuelve a donde está Balac, y háblale así…
Después volvió a Balac, y he aquí que este estaba de pie junto a su holocausto, y con él los principales de Moab. Y Balac le preguntó: — ¿Qué ha dicho el SEÑOR?
Entonces él pronunció su profecía y dijo: “Balac, levántate y escucha; préstame atención, oh hijo de Zipor.
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no lo hará? Habló, ¿y no lo cumplirá?
He aquí, yo he recibido la orden de bendecir. Él ha bendecido, y no lo puedo revocar.
“Él no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto maldad en Israel. El SEÑOR su Dios está con él; en medio de él hay júbilo de rey.
Dios, que lo ha sacado de Egipto, es para él como los cuernos de un toro salvaje.
No hay encantamiento contra Jacob ni adivinación contra Israel. Ahora se dirá de Jacob y de Israel: ‘¡Lo que Dios ha hecho!’.
¡He aquí un pueblo que se levanta como leona, que se yergue como león! No se echará hasta que coma la presa y beba la sangre de los que ha matado”.
Entonces Balac dijo a Balaam: — Ya que no lo maldices, ¡por lo menos no lo bendigas!
Luego Balaam respondió y dijo a Balac: — ¿No te he dicho que todo lo que el SEÑOR diga, eso he de hacer?
Y Balac dijo a Balaam: — Por favor, ven; te llevaré a otro lugar. Quizás parezca bien a Dios que me los maldigas desde allí.
Balac llevó a Balaam a la cumbre de Peor que mira hacia Jesimón.
Entonces Balaam dijo a Balac: — Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete toros y siete carneros.