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Hijo mío, si los pecadores te quisieran persuadir, no lo consientas.
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Si te dicen: “Ven con nosotros; estemos al acecho para derramar sangre y embosquemos sin motivo a los inocentes;
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los tragaremos vivos como el Seol, enteros como los que descienden a la fosa;
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hallaremos riquezas de toda clase; llenaremos nuestras casas de ganancias;
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echa tu suerte con nosotros; tengamos todos una sola bolsa…”.
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