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Quien engendra al necio lo hace para su tristeza, y el padre del insensato no se alegrará.
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El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos.
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El impío toma soborno de su seno para pervertir las sendas del derecho.
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La sabiduría se refleja en la cara del hombre entendido, pero los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra.
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El hijo necio causa enojo a su padre y amargura a la que le dio a luz.
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Ciertamente no es bueno imponer una multa al justo ni golpear a los nobles a causa de su integridad.
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El que tiene conocimiento refrena sus palabras, y el de espíritu sereno es hombre prudente.
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Cuando calla, hasta el insensato es tenido por sabio; y el que cierra sus labios, por inteligente.
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