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El discernimiento del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa.
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Como rugido de león es la ira del rey, y su favor es como el rocío sobre la hierba.
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El hijo necio es la ruina de su padre; y gotera continua son las contiendas de la mujer.
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Una casa y riquezas son herencia de los padres, pero una mujer prudente lo es del SEÑOR.
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La pereza hace caer en sueño profundo, y la persona negligente padecerá de hambre.
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El que guarda el mandamiento guarda su alma, pero el que menosprecia sus caminos morirá.
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El que da al pobre presta al SEÑOR, y él le dará su recompensa.
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Corrige a tu hijo mientras haya esperanza, pero no se exceda tu alma para destruirlo.
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El de gran ira llevará el castigo; si lo libras, tendrás que hacerlo de nuevo.
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