-
Quítale su ropa al que salió fiador del extraño, y tómale prenda al que se fía de la mujer ajena.
-
Sabroso es al hombre el pan mal adquirido; pero cuando haya llenado su boca se convertirá en cascajo.
-
Confirma los planes mediante el consejo y haz la guerra con estrategia.
-
El que anda con chismes revela el secreto; no te metas con el suelto de lengua.
-
Al que maldice a su padre o a su madre, su lámpara se le apagará en medio de las tinieblas.
-
Los bienes adquiridos apresuradamente al comienzo al fin de cuentas no serán bendecidos.
-
No digas: “Devolveré el mal”. Espera al SEÑOR y él te salvará.
-
Las pesas falsas son una abominación al SEÑOR; y la balanza de engaño no es algo bueno.
-
Del SEÑOR son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?
-
Es una trampa para el hombre declarar a la ligera algo como consagrado, y reflexionar solo después de haber hecho los votos.
-
El rey sabio dispersa a los impíos, y sobre ellos hace rodar la rueda.
-
Lámpara del SEÑOR es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más recóndito del ser.
-
La misericordia y la verdad guardan al rey, y con justicia sustenta su trono.
-
La gloria de los jóvenes es su fuerza; y el esplendor de los ancianos, sus canas.
-
Las marcas de los azotes purifican del mal, y los golpes purifican al corazón.