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Como una corriente de agua es el corazón del rey en la mano del SEÑOR, quien lo conduce a todo lo que quiere.
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Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el SEÑOR es el que examina los corazones.
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Practicar la justicia y el derecho es más aceptable al SEÑOR que el sacrificio.
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Pecado son la altivez de ojos y el orgullo del corazón, la lámpara de los impíos.
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Los proyectos del diligente resultarán en abundancia, pero todo apresurado va a parar en la escasez.
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Acumular tesoros mediante la lengua de engaño es vanidad fugaz de los que buscan la muerte.
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La rapiña de los impíos los arrastrará por cuanto rehúsan hacer justicia.
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El camino del hombre es torcido y extraño, pero la conducta del limpio es recta.
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Mejor es vivir en un rincón de la azotea que compartir una casa con una mujer rencillosa.
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El alma del impío desea el mal; su prójimo no halla gracia ante sus ojos.
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