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Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios; dispón tu corazón a mi conocimiento.
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Porque es cosa placentera que las guardes en tu corazón, y que a la vez se afirmen en tus labios.
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Para que tu confianza esté en el SEÑOR te las hago saber hoy también a ti.
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¿Acaso no he escrito para ti treinta dichos de consejos y conocimiento?
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Son para darte a conocer la certidumbre de las palabras de verdad, a fin de que puedas responder palabras de verdad a los que te envían.
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No robes al pobre, porque es pobre; ni oprimas al afligido en las puertas de la ciudad.
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Porque el SEÑOR defenderá la causa de ellos y despojará al alma de quienes los despojan.
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No hagas amistad con el iracundo ni tengas tratos con el violento,
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no sea que aprendas sus maneras y pongas una trampa para tu propia vida.
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No estés entre los que se dan la mano, entre los que dan fianza por deudas.
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Si no tienes con qué pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?
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No cambies de lugar el lindero antiguo que establecieron tus padres.
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¿Has visto un hombre diligente en su trabajo? En la presencia de los reyes estará. No estará en presencia de los de baja condición.
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