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Aplica tu corazón a la enseñanza y tus oídos a las palabras del conocimiento.
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No rehúses corregir al muchacho; si lo castigas con vara no morirá.
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Tú lo castigarás con vara y librarás su alma del Seol.
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Hijo mío, si tu corazón es sabio también a mí se me alegrará el corazón.
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Mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen cosas rectas.
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No tenga tu corazón envidia de los pecadores. Más bien, en todo tiempo permanece tú en el temor del SEÑOR.
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Porque ciertamente hay un porvenir, y tu esperanza no será frustrada.
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Escucha tú, hijo mío, y sé sabio; endereza tu corazón en el camino.
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No estés con los bebedores de vino ni con los comilones de carne.
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Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el dormitar hará vestir harapos.
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Escucha a tu padre que te engendró; y cuando tu madre envejezca no la menosprecies.
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Adquiere la verdad y no la vendas; adquiere sabiduría, disciplina e inteligencia.
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Mucho se alegrará el padre del justo; el que engendró un hijo sabio se gozará con él.
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Alégrense tu padre y tu madre y gócese la que te dio a luz.
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Dame, hijo mío, tu corazón, y observen tus ojos mis caminos.
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Porque fosa profunda es la prostituta; pozo angosto es la mujer extraña.
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También ella acecha como asaltante, y multiplica entre los hombres a los traicioneros.